Ilustración de:
Isabel Areitio |
Aquí de pie al borde del Beagel no puedo evitar pensar ¿Cómo pudo este ecosistema prosperar en medio de un vasto desierto acuoso?¿Cómo era posible que existiera el ecosistema más ecológicamente diverso, y aparentemente bien nutrido y saludable, sólo a decenas de metros del gran desierto marino del Océano Pacífico? ¿Cómo pueden sobrevivir golpeados por grandes olas? Cualquier otra roca, ya sea porosa, granita o cuarzo, se erosionaría lentamente por el poder de los rodillos del Pacífico que chocan contra sus orillas. Sin embargo, los corales no solo sobreviven sino que prosperan en este ambiente inhóspito.
Éstas podrían ser las palabras de Charles Darwin en su diario cuando llegaron a Tahití en 1836 a bordo del Beagle. Le fascinaba ver como existía esa asombrosa explosión de vida en medio de grandes desiertos oceánicos. Éstas palabras son conocidas como la paradoja de Darwin y con los años ha sido resuelta. Si ponemos un coral bajo el microscopio, vemos que en realidad es un animal (un pólipo) que tiene una planta (zooxantela) en su interior. Los corales son, en esencia, un pólipo que secreta un esqueleto de piedra caliza debajo de su base. Los pólipos extienden sus tentáculos para capturar plancton pequeño con sus células urticantes. Luego lo llevarán a su estómago y lo digerirán. Una vez que se digiere el plancton, en lugar de liberar los desechos al agua, las zooxantelas que viven en sus tejidos los usan como fertilizante, convirtiendo los tejidos en un ambiente enriquecido en nutrientes; lo que les permite hacer la fotosíntesis y producen azúcares que aprovechan los pólipos. Debido a esta relación simbionte, los pequeños pólipos de coral, no sólo pueden sobrevivir, sino también prosperar en un desierto acuoso. De esta manera, durante cientos de miles de años han construido las estructuras vivas más grandes del mundo. |
Marta Masdeu
Investigadora Predoctoral del ICM-CSIC. El objetivo principal de su investigación consiste en determinar qué genes intervienen en la generación de gases biogénicos como el DMS o el DMSP, entre otros. Estos gases son importantes dado que al llegar a la atmósfera actúan como núcleos de condensación, contribuyendo en la formación de nubes. |