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Mi familia y otros animales

POR Esther Garcés
Fotografía de
Lluis Guixeras
Los corales aparecieron hace unos 400 millones de años, y desde entonces han surgido más de un millar de especies, muchas de las cuales son arquitectas y constructoras de los arrecifes de coral. Estos ecosistemas son diversos, productivos y realizan muchas funciones, desde la protección de la costa, a ser lugar de acogida, y vivero de muchas especies marinas.

Los arrecifes también ayudan a regular los niveles de dióxido de carbono del mar y constituyen un terreno de exploración de los científicos en búsqueda de nuevos medicamentos. Pero aparte de servir de arquitectos formando estructuras y acogiendo a otras especies, los corales mismos ya son una comunidad compleja. Y realmente los corales están formados por una comunidad que no se ve a simple vista, es una comunidad de microorganismos, que incluye dinoflagelados, hongos, bacterias y arqueas. Estos organismos acompañantes los conocemos colectivamente como el microbioma del coral. Son comunidades microbianas complejas y funcionalmente relevantes. 

La comunidad microbiana interacciona con el coral, convive en una asociación más o menos íntima de modo que todos los organismos resultan beneficiados, es lo que llaman simbiosis. En estas relaciones simbióticas ningún organismo puede vivir sin el otro. Y de hecho, estudios recientes nos demuestran que el microbioma es vital para el coral, pues los cambios en su estado han sido relacionados con cambios en la salud coral, enfermedades y su resistencia a los cambios ambientales. Todavía queda mucho por entender sobre cómo se llega a la asociación de coral-microbioma: qué patrones influyen en el coral para tener un microbioma u otro, como evoluciona esta simbiosis, qué factores influyen en las comunidades microbianas, etc.

Uno de los puntos más difíciles se debe a que la diversidad y la distribución geográfica de los corales es demasiado grande para evaluar individualmente los factores bióticos y abióticos que mantienen el microbioma de cada especie de coral. Por lo tanto el reto actual es descubrir reglas generales para entender el acoplamiento de los microorganismos con los corales, las numerosas características de los anfitriones y, a la vez, las reglas ambientales que influyen en el microbioma. 

En muchos de los estudios de la simbiosis coral-microbioma se encuentran correlaciones entre las relaciones filogenéticas del coral anfitrión y la composición de la comunidad microbiana. Este tipo de relaciones ya se habían encontrado en las raíces de las plantas, en el cuerpo de esponjas marinas, en los microbios de insectos, y en el microbioma del intestino de mamíferos terrestres, como los ratones. Y estos patrones se pueden explicar por varios mecanismos que todavía no se entienden del todo bien, desde la selección de comunidades microbianas por parte del huésped, a una combinación entre el huésped y los efectos ambientales sobre el microbioma. Actualmente, sólo se está empezando a diferenciar estas alternativas, pues el problema es mucho más complejo de lo que se pensaba. Las diferentes secciones, tejidos y órganos de los corales suelen acoger diferentes microbiomas, que a su vez también pueden mostrar diferentes patrones ... Todo un mundo de complejidad. 

La alta diversidad y amplia distribución geográfica de los arrecifes de corales son un buen experimento natural para probar como los hábitats del huésped y el contexto ambiental influyen en su microbioma. A la vez son un recurso inestimable para comprender cómo evolucionan las simbiosis huésped-microbioma modernas, ya que los corales se han diversificado durante más tiempo que algunos sistemas simbióticos que habitualmente se estudian, como plantas y mamíferos. Así que tenemos una muy buena comunidad compleja para estudiar y entender.
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Esther Garcés
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Científica titular del ICM-CSIC

Soy investigadora en el Instituto de Ciencias del Mar, CSIC. Como bióloga marina, me interesa la biodiversidad de los microorganismos planctónicos, su abundancia, actividad y dinámica en los ecosistemas costeros. Mi investigación se centra en preguntas simples pero aún sin respuestas claras: qué especies de microalgas hay, de dónde vienen, qué interacciones tienen con los otros microorganismos de la comunidad. El objetivo final es comprender el papel de las microalgas en el ecosistema costero. Trabajo desde hace dos décadas en el mar Mediterráneo, y, por supuesto, tengo una profunda preocupación por cuestiones como la eutrofización, la degradación del hábitat y consecuencias de estos procesos como las proliferaciones de microalgas tóxicas. Así pues, mi investigación está motivada en la intersección sociedad y medio ambiente en la zona costera. He participado en proyectos de divulgación científica y escribo, intentando acercar el conocimiento científico a la sociedad.
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